La crónica "Mamá se quedó en el mar" cuenta la historia de tres pequeños que se quedan huérfanos de madre en la ruta migratoria canaria
Chema Rodríguez (EFE): “Nunca pensé que un padre encontraría a su niña por mí”
La crónica "Mamá se quedó en el mar" cuenta la historia de tres pequeños que se quedan huérfanos de madre en la ruta migratoria canaria
El periodista de la Agencia EFE José María Rodríguez está agradecido por el premio que recibe este jueves por la crónica "Mamá se quedó en el mar", la historia de tres pequeños que se quedan huérfanos de madre en la ruta migratoria canaria, pero su mayor logro -dice- es que con su pieza periodística una de las niñas encontró a su padre.
Rodríguez, responsable de la delegación de EFE en Canarias, desde donde ha narrado en los últimos años cientos de historias humanas de migrantes que se han lanzado al mar en busca de una vida mejor, ha sido galardonado con el IV premio Desalambre de eldiario.es, en la categoría de reportaje/crónica.
El hilo del que tiró Rodríguez para contar esta historia, que pone en primera persona el drama de las madres y sus hijos que intentan cruzar el océano para llegar a las costas canarias, fue Aissata, una niña que contaba con ocho años el 4 de noviembre de 2021, cuando Chema lanzó su información.
Aissata le llevó a Seido, un niño de cinco años, y a Amina, de seis: los tres, menores de Costa de Marfil que perdieron a sus madres en este trágico camino, y en el caso de ellas, de la forma más cruel y posiblemente difícil de olvidar, porque vieron cómo morían y eran arrojadas por la borda.
Ninguno de los padres iba con ellos. El de Aissata estaba en Francia, y lo primero que le dijo a su padre fue, "Mamá se quedó en el mar"; el de Seido se hallaba en Marruecos esperando a embarcar en otra patera; y el de Amina protagoniza el final feliz.
-Con estas historias se levantan muchas conciencias.
-Con estas crónicas intento dar voz a los protagonistas de lo que está ocurriendo en la ruta Canaria, a esas personas que han subido en una barca y que tienen que dejar de ser cifras: tienen nombres y apellidos. Más allá de esas cifras, hay niñas, niños, madres, padres... y alguien les busca al otro lado del Atlántico, pero muchas veces no han vuelto a saber de ellos. Si conseguimos que esas personas tengan historia para el público, vacunaremos a mucha gente frente al discurso del odio de quienes pretenden incendiarlo todo y mantener el mensaje de la invasión. Si una invasión está protagonizada por niñas, como Aissata, Seidu y Amina, la verdad es que tiene pocos visos de ser una invasión.
-Hablaste con los educadores del centro de menores donde estaban los niños, una vez pasadas unas semanas. ¿Te dijeron si se podían recuperar de este enorme trauma?
-La realidad es que se recuperan. Son niños con una fuerza tremenda, con un instinto de supervivencia que está por encima de todo, y el director del centro me decía que no tenía ninguna duda de ello.
-Tu crónica se publicó en numerosos periódicos y abrió la primera página de algunos de ellos. Me imagino que fue muy gratificante profesional y también personalmente.
-Sí, pero el premio fue que a través de mi crónica la niña llamada Amina consiguió encontrar a su padre, un emigrante marfileño que se tiró dos semanas desesperado buscándolas, a ella y a su mujer, y siempre se encontró con un muro en la información. Recibí mi premio esa misma tarde: publiqué la crónica por la mañana, y ese hombre, entonces desesperado, cogió un avión de Francia a Gran Canaria y al abrir el teléfono empezó a recibir mensajes de que había una niña que se llamaba como su hija y que su historia se contaba en un reportaje de la agencia española EFE... Y la encontró. Uno, cuando escribe una información, puede esperar que la lean, que haga cambiar las conciencias de la gente, que se fijen en lo que está ocurriendo una semana tras otra, pero esto...
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