Las calles que han concentrado el tejido comercial en la capital de Lanzarote se enfrentan a la expansión de nuevas zonas: hay incertidumbre pero también oportunidades
Los desafíos del comercio en el centro de Arrecife
Las calles que han concentrado el tejido comercial en la capital de Lanzarote se enfrentan a la expansión de nuevas zonas: hay incertidumbre pero también oportunidades
El paseo ocurre una tarde, de estas en las que oscurece pronto. Los comercios del casco de Arrecife empiezan a abrir. Se escuchan algunas verjas levantarse y carteles que dan la vuelta, de cerrado a abierto. Comerciantes y potenciales clientes confluyen en unas calles que eran las principales arterias económicas de Lanzarote. Ahora se mezclan las sensaciones: hay añoranza pero también optimismo, se perciben problemas pero se ofrecen soluciones, hay incertidumbre pero existen oportunidades en un centro en el que los negocios nacen, resisten o mueren. Como la vida misma.
El recorrido comienza en la añeja cafetería Guanapay, que conserva un buen nivel de clientela, día y noche, y da a dos calles importantes del comercio capitalino: a un lado, la calle Fajardo, y al otro, Hermanos Zerolo, una de las últimas que se ha peatonalizado. En ese tramo adoquinado, una mujer toca y espera a que le abran en el centro de belleza, con su rótulo cuidadosamente pintado en la fachada. Varios grupos caminan por esa calle que ha sido peatonalizada, pero donde la vegetación ha quedado relegada a un segundo plano. En otra tienda, sin rótulo a la vista, todavía cuelga un cartel de rebajas, pese a no estar en temporada. Una clienta mira y pregunta por los pijamas.
En la calle Real se observa poco movimiento. Aún es pronto. Habitualmente, las mañanas son más bulliciosas, con personas que pueblan las cafeterías y otras que hacen gestiones en sucursales bancarias o en despachos profesionales. El entorno tiene sus contrastes: el reciente edificio en las Cuatro Esquinas, todavía con los bajos comerciales vacíos, se contrapone con la antigua Residencia Alespa, a unas pocas decenas de metros, que representa una muestra de las ruinas del patrimonio de Arrecife y que, esta tarde, se convierte en el objetivo de la cámara de unos turistas.
Tras el cierre de Zara en la calle Real, y anteriormente el de algunos nombres tradicionales del comercio arrecifeño, el segmento textil ha decaído en la zona, donde se mantiene Almacenes Ferrer, testigo de una vía comercial que ha cambiado de forma notable en la última década. Donde estaba la enseña de Inditex ahora resaltan más los fambloyanes que dan cobijo a quien se protege de los rayos de sol de la tarde, como un turista sentado en el banco, que espera a que su pareja salga de una tienda de aloe vera.
A otra escala, quien tiene éxito es el conocido puesto de roscas de la calle Real, en la esquina con Nicolás Martín Cabrera. Tiene cola para comprar un paquete de roscas rosadas. “¿Para comer ahora o para llevar?”, pregunta por sistema el dueño a sus fieles y pequeños clientes.
Un poco más allá se nota el horario de tarde, porque la cafetería San Francisco está cerrada. En plena avenida, los corredores, caminantes o ciclistas la pasean ya oscureciendo. Las dependientas de un comercio que los ven pasar, como principal distracción, barren mientras tanto el suelo o doblan la ropa ante la escasez de clientes.
En un lateral de la casi intransitable plaza de Las Palmas, si hay coches aparcados en doble fila significa que El Kilo tiene gente. Y es así. Esta zona, como el Charco de San Ginés, prácticamente se ha especializado en los últimos años en negocios de hostelería, con diferentes estilos. Camino a La Plazuela se ve movimiento, con Desnudos y su horario ininterrumpido como uno de los polos de atracción de potenciales compradores al centro de la ciudad.
Las peluquerías del centro, vistas desde fuera, no dan abasto. Sin embargo, no se puede decir lo mismo de la calle Antonio Porlier y Sopranis, otra de las peatonalizadas en los últimos años, en la que hay más locales cerrados de los que cabría esperar. En un centro de estética hay mujeres esperando, en una librería hay un par de treintañeros ojeando volúmenes y charlando, mientras que, en la acera de enfrente, la dependienta de una tienda de informática mata las horas limpiando las estanterías. En Medina, otro de los apellidos con arraigo en el comercio textil de Arrecife, el personal atiende a una clienta. El escaparate de Foto Gabriel luce con motivos navideños. Tres mujeres se detienen y entran.
Donde estaba la antigua Librería Lasso, la fachada de la actual notaría reluce en el número dos de la calle Fajardo, una de las vías comerciales que se mantienen pero en la que también cuelgan carteles en los que se ofrece alquilar o vender locales que, años atrás, eran un hervidero de compradores. En Toy Planet varios niños y niñas miran juguetes para pedirles a los Reyes. Un pequeño señala con el dedo a discreción: “Yo quiero esto, esto y esto”. En la calle ha habido cierres recientes, como la Manzana Verde, de moda infantil, o Base, una tienda de deportes.
En el recorrido por las calles comerciales de Arrecife, Diario de Lanzarote se tropieza con Lola, una mujer de 73 años. Vive en la capital y por eso, dice, compra aquí. “Para mí es mucho más cómodo pasear por Arrecife y hacer los recados. Tengo todos los servicios y cualquier cosa a mano. La gente se pregunta si el centro va a morir, pero eso jamás ocurrirá. Unas tiendas abren, otras cierran, pero eso es ley de vida”, comparte la mujer.
Una de las tres mujeres que había entrado a Foto Gabriel se para. Se llama Rosa y viene con su madre y su hermana a pasear por Arrecife. No vive en la capital pero su madre sí y por eso acude varias tardes a la semana a hacerle compañía.
-¿Por qué comprar en Arrecife?
-¿Y por qué no? Aparcamos por el Charco y caminamos por la avenida con mi madre. Vemos las tiendas, merendamos y compramos lo que necesitamos. Están las tiendas de toda la vida y los dueños que te conocen. Te tratan diferente. No como en un centro comercial-reflexiona, mientras explica que en Gabriel pidió calendario y apostilla: “Son un amor”.
En un banco próximo hay dos personas mayores, que se convierten en encuestados: “¿Cómo ven el comercio de la capital?”. “Pues distinto. Diferente. Cuando nosotros éramos jóvenes la calle Real estaba llena de vida, no se podía ni caminar. Siempre estaba todo abierto, pero ahora se han puesto de moda otros lugares y es normal que algunas tiendas cierren. Es una pena”, lanzan entre ellos. “En Navidades te parabas a cada paso, porque siempre te encontrabas con gente que conocías. Ahora hay más centros comerciales en muchos sitios y antes solo estaba esta zona para comprar”, resumen.
La voz del comerciante
Miguel Cabrera es presidente de la asociación Arrecife Zona Centro, el colectivo empresarial que aglutina a negocios del casco urbano, que ha perdurado en el tiempo. El punto de vista de Miguel es el de un empresario y comerciante que está a diario en su tienda, la conocida Modas Tito, centrada en la moda masculina, especializada en trajes de ceremonia y en sastrería urbana. Creció siendo la segunda generación de una familia dedicada al comercio y también ha sido un destacado miembro de la Cámara de Comercio de Lanzarote. Su padre abrió Tito cuando Miguel tenía 12 años, en 1979. Antes había trabajado en Almacenes El Barato durante 25 años, en la sección de hombre.
En la actualidad, en Tito trabajan los tres hijos de Miguel Cabrera: Gonzalo, Sergio y Miguel. El empresario reconoce que, como ciudad, Arrecife se ha ido transformando: “El comercio ya no se concentra en las calles de siempre, también se ha ido trasladando a zonas de la periferia”.
Con la llegada de nuevas superficies comerciales o con los cierres y traspasos de comercios, se abre el debate sobre el futuro del centro de la ciudad. Miguel dice que la situación hace “mucho tiempo” que se lleva analizando y que el fenómeno “ocurre en otras muchas ciudades y no solo única y exclusivamente en Arrecife”.
Además del factor estructural sobre la oferta comercial se unen otros elementos, como la crisis económica, el desempleo o la subida de precios, que son decisivos para que los consumidores tengan menor poder adquisitivo y compren “lo justo y lo necesario”. También desde el punto de vista del comerciante se sufren estas adversidades y entran en juego otras variables, como la falta de ganas en las nuevas generaciones de ligar su vida profesional a la gestión del comercio familiar.
Miguel Cabrera.
Para Miguel Cabrera es importante poner el foco en la población que tiene Lanzarote, para no perder la perspectiva. “Representamos el 15 por ciento de la población total con respecto a las islas capitalinas”, dice. Sin embargo, el tamaño no es impedimento para hacer las cosas bien: “La Palma es más pequeña que Lanzarote, pero allí se han llevado a cabo proyectos para embellecer su capital. ¿Por qué no sucede lo mismo en Arrecife?”, se pregunta.
Uno de los puntos en los que el empresario pone énfasis es en la escasa estabilidad política, de tal manera que no se traza un planeamiento de consenso. Otro es el estado de los inmuebles en el centro. “La asignatura pendiente de Arrecife es el patrimonio y la intervención en casas antiguas”, puntualiza. Desde la asociación que representa, resulta vital recuperar la calidad en los edificios para que el entorno urbano luzca más atractivo, pero muestra cierto escepticismo: “Pasarán 20 años y Arrecife seguirá igual”.
Para Miguel, “el entorno aporta mucho”. De un reciente viaje que realizó a Sintra (Portugal), destaca el valor que le dan al comercio tradicional. “Incluso una franquicia tiene aspecto de tienda tradicional”, apunta. En su opinión, no se es consciente del valor que tienen los comercios pequeños, en donde el trato es cercano y personal, donde te conocen, al tiempo que dinamiza la economía local, se da vida al casco urbano y, en la relación entre calidad, servicio y precio, el cliente sale ganando con respecto a las grandes superficies. “El que viene a nuestra tienda tiene un perfil diferente. Conocemos sus gustos y tenemos una atención personalizada”, incide.
Miguel también se refiere a las horas bajas del negocio en invierno, en muchas ocasiones acentuado por el hecho de que oscurezca temprano. En otros lugares, expone, “las zonas comerciales se cierran pronto y no pasa nada, la población se adapta”. Lo mismo ocurre con los cruceros y las aperturas comerciales. “También sucede en otras ciudades que el centro esté cerrado”, compara. Eso sí, destaca, en Arrecife “se ve mucha vida” y mejoraría, dice, con pequeñas intervenciones, como iluminar el Castillo de San Gabriel o el Puente de las Bolas: “Sería más atractivo”. Y, en el corto plazo, espera que la campaña de Navidad dé un impulso al tejido empresarial local, para que “el comercio sea el alma de las calles”.
Daniel González.
“Que la inversión vuelva”
Daniel González es gerente de la Federación Interinsular de la Pequeña y Mediana Empresa (Felapyme), cuyos orígenes se remontan a 1983 para dar apoyo y asesoramiento a los negocios. Para Felapyme, “la nueva zona comercial” que se ha abierto en Arrecife es, a su vez, “una oportunidad para el comercio local”. Y destaca el “éxito” de iniciativas recientes para impulsar el comercio como la que se llevó a cabo con la campaña Consume Lanzarote. “En ocho días se vendieron las 5.000 tarjetas”, en las que el cliente abonaba la mitad de su importe para destinarlo en el comercio local.
Para el gerente de Felapyme, existen una serie de recetas que se necesitan poner en práctica en Arrecife. La primera es aumentar la inversión en la capital para que resulte más atractiva para pasear y, en última instancia, para comprar. “Es importante que la inversión vuelva a Arrecife”, destaca. En la ciudad, dice, hay numerosas tiendas que venden “productos únicos, con una experiencia de compra en la que el dependiente o dependienta te conoce y sabe tus gustos”. “Arrecife tiene muchos comercios así y se trata de un comercio cercano y de proximidad”, agrega, y pone como ejemplo que “las tiendas ‘gourmet’ están funcionando muy bien”.
Para Daniel, es vital que se conjuguen una serie de elementos para que se active el comercio, que van desde “crear condiciones fiscales positivas que incentiven a los comerciantes a abrir su negocio en Arrecife, a mejorar las calles o más zonas verdes, por ejemplo”.
Al igual que Miguel Cabrera, coincide en que la situación, en ocasiones difícil, que atraviesa el comercio, no es exclusiva de la capital lanzaroteña, y que factores como la subida de precios y la merma en la capacidad adquisitiva, se están dando a escala global. Y pone el énfasis en la otra cara de la moneda: “Siempre se habla de las tiendas que se cierran pero, ¿y de las que se abren?”, se pregunta. “Sí, es verdad que algunas cierran, pero otras abren o se mudan de local”.
La ciudad de Arrecife encendió el alumbrado navideño desde el 25 de noviembre para incitar al consumo, dice Armando Santana, concejal de Comercio y Turismo en el Ayuntamiento de Arrecife. En septiembre se presentaba un plan de dinamización del comercio local para el último trimestre del año, con 56.075 euros de presupuesto, para diferentes acciones, como talleres o concursos. Del 23 de diciembre al 5 de enero volverá el Mercado Navideño al Parque José Ramírez Cerdá y en las casetas de madera se podrán encontrar desde productos de artesanía a muestras de gastronomía, “acompañados de conciertos, actividades y una pista de patinaje”.
Santana dice que la apertura de Open Mall supone un “reto” y no una amenaza. El concejal asegura que “se está trabajando en conseguir un millón y medio de euros para crear un corredor verde, como una especie de bulevar, que conecte la zona céntrica con el centro comercial”. Esa conexión, considera, sería beneficiosa para el comercio. Sobre los principales problemas que tiene el área comercial de Arrecife, “en primer lugar” cita “el tráfico”. “Está claro que desde el Ayuntamiento se debe apostar por el transporte público y que es necesario mejorar la movilidad”, comparte.
Tras el “hundimiento” del comercio del centro por el cierre con motivo de las obras de la avenida, que se alargaron más de la cuenta, se abrió un debate sobre restringir o no el tráfico. La reapertura, en octubre de 2019, no se ha traducido en un cambio radical, que no ha llegado. Un aspecto que el concejal no pone en duda es la necesidad de “mejorar la zona comercial abierta, la seguridad, la iluminación o la limpieza”. No obstante, recalca Santana, “Arrecife tiene un potencial tremendo”. Y coincide en que la existencia de edificios antiguos en mal estado hace que “el valor patrimonial” del casco urbano “se pierda”.
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