Paco Dorta era carpintero y se ha convertido en el único luthier de Canarias especializado en instrumentos antiguos de cuerda pulsada
Un luthier del pasado inesperado
Paco Dorta era carpintero y se ha convertido en el único luthier de Canarias especializado en instrumentos antiguos de cuerda pulsada
Paco Dorta es el único luthier de Canarias especializado en construir instrumentos antiguos de cuerda pulsada, los antecesores de la guitarra. De su taller salen laúdes, vihuelas, archilaúdes, guitarras barrocas y románticas o tiorbas, entre otros instrumentos. Antes de todo esto era carpintero. Hacía muebles y algunas tallas. Y la música, para él, era un mundo ajeno, excepto por el hecho de que era, y es, una gran afición para su mujer, Luz Mari Duque, que es profesora pero que ha pertenecido a varias rondallas y ahora tiene un cuarteto de cuerda.
“Todo esto ha sido por culpa de mi mujer”, dice Paco. Cuando se inauguró el Museo del Timple en Teguise le llevó a verlo. “A mí no me llamaba la atención la música, pero en uno de los cuartos se exponían los moldes de los instrumentos, y eso sí me llamó la atención”, explica.
De esa visita nació la posibilidad de hacer un curso de fabricación de timples. Tampoco lo tenía muy claro, pero un día su mujer le anunció: “Estás apuntado”. Parecía que iba a acabar ahí la cosa, pero entonces un amigo de Tinajo, músico, le enseñó una tiorba. “No sabía lo que era, pero me quedé alucinado”, cuenta Paco. Una tiorba es un instrumento italiano del Siglo XVI, parecido al laúd barroco, con dos mástiles.
De la alucinación pasó a la acción y buscó un lugar donde se impartieran cursos para fabricar ese tipo de instrumentos. La búsqueda le llevó hasta Carlos González y su taller en Roquetas de Mar. De esto hace ya diez años. Volvió de allí con su primer instrumento: un laúd renacentista que conserva en su taller de Tahíche, en una vitrina. Y siguió su formación: con Lourdes Uncilla en Basilea, donde hizo una guitarra barroca, y con Paco Chorobo de guitarra clásica y para aprender la técnica del lacado.
“Si la madera está seca, bien seca, ya tienes el ochenta por ciento del trabajo hecho”
El guitarrista Juan Carlos de Múlder le recomendó que se especializara también en las tapas. No sabe por qué le atraen tanto estos instrumentos aunque sospecha que algo tiene que ver con “la rareza y la dificultad”. El caso es que desde hace un año se dedica ya de forma exclusiva a su construcción. Siempre los hace de uno en uno. Termina un instrumento y comienza otro. Puede hacer siete u ocho al año, por encargo, para profesores y músicos.
Carlos Oramas o Juan Carlos de Múlder ya han actuado con alguno de sus instrumentos. En estos momentos está fabricando un archilaúd, mientras que su última obra se la llevó un músico egipcio que reside en Japón.
Evangelina Mascardi, considerada como la mejor laudista del mundo, probó el que le hizo a Héctor González, que les contó que había quedado sorprendida de su sonido. Dice que “no hace falta saber música” para ser luthier y añade que tiene a varios profesores de Conservatorio para probar los instrumentos.
Paco señala que la clave es la madera. “Si la madera está seca, bien seca, ya tienes el ochenta por ciento, va a sonar bien”. No prueba los instrumentos, pero sí escucha las tapas cuando va a comprar la madera, para elegir la que suena bien. Tiene que ir a Madrid o a Valencia. Utiliza muchos tipos de madera. “Solo en las tapas ya hay un mundo, aunque la mayoría son de pino abeto de Alemania o de Suiza”.
Casi todos los elementos son naturales: las cuerdas pueden ser de tripa, igual que los trastes, aunque las colas se pueden sustituir por un material llamado Titebond “que es sintético, pero hace la misma función y es lo mejor que hay”.
“¿Quién me iba a decir que me iba a dedicar a esto?”, comenta el luthier Paco Dorta
Para empezar a construir un instrumento, primero hay que dibujarlo en papel y calcular las proporciones adecuadas. Paco dice que tampoco hace falta saber matemáticas, pero su mujer matiza que sí utiliza cálculos matemáticos. Después, se va construyendo. Hay que domar los aros, que es unir unas piezas de madera a las otras. A cada instrumento le dedica entre un mes y un mes y medio. Tiene el taller en casa y pasa muchas horas dentro.
Ahora se ha aficionado a la música clásica, de cuerda, que escucha mientras trabaja. “No se oye otra cosa aquí”, confirma Luz Mari, y Paco dice que si hubiera descubierto antes este mundo, habría aprendido a tocar.
Aceró
En su casa de Tahíche ha construido su taller. Lo inauguraron el pasado mes de agosto. El espacio se llama Aceró. Es una palabra aborigen que significa “lugar inexpugnable” o “el cantón del rey Tanausú”. Otras fuentes citan que Aceró es el antiguo nombre de una parte de la Caldera de Taburiente, en La Palma.
Es un taller, pero se convierte en sala de conciertos, con un aforo para cuarenta personas. Desde su apertura ya han tocado De Múlder, Oramas, Jorge Rubiales, la cubana Laini Llauger o Gustavo Navarro.
Una de las condiciones que pone Paco al aceptar los encargos es que el músico ofrezca un pequeño concierto en este espacio. La asistencia es gratuita. Señala que quiere que exista un espacio en la Isla para que se pueda escuchar este tipo de música y se puedan ver estos instrumentos, para que no les pase a los jóvenes que se sientan atraídos por ellos lo mismo que le pasó a él, que no supo de su existencia. “¿Quién me iba a decir que me iba a dedicar a esto?”, concluye.
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